Cotorra de Carolina

Está extinguido, a pesar de lo que abundaba

 

 

--- Aqui os dejo un triste articulo causada por la mano del hombre y con un triste fin, como siempre como todo causado por nosotros por nuestra ignorancia.

 

 

 

 

Conuropsis carolinensis

  

 

La cotorra de Carolina constituye sin duda el más triste ejemplo de la ceguera del hombre. El encarnizamiento con que se ha exterminado a esta especie no tiene comparación, a no ser quizá con el exterminio de la paloma migradora.

 

La cotorra de Carolina era el único psitácido de los Estados Unidos. Abundaba en todos los estados del sur hacia 1800.

 

Era un ave muy sociable, que vivía en grupos numerosos y anidaba en colonias.

 

En Florida, una sola de estas colonias anidadoras, instalada en un bosque de cipreses, contaba con un millar de aves. Estos pequeños loros se desplazaban en vuelos inmensos para lanzarse sobre los huertos y los campos cultivados.

 

Esta marcada predilección por las cosechas les fue funesta. Los campesinos los detestaban y no dejaban de matarlos a miles siempre que tenían ocasión.

 

  

 

Sus restos eran luego vendidos y la floreciente industria de las plumas los consumía en gran cantidad. Muy rápidamente, el número de cotorra de Carolina decreció, hasta el punto de que ya se consideraba rara a esta ave hacia 1850.

 

En el sur, la cotorra de Carolina se contentaba con construir un nido al aire libre en las ramas de un árbol grande, pero, más al norte, anidaba preferentemente en los troncos huecos, o en los agujeros que él mismo cavaba con ayuda de su fuerte pico.

 

En aquella época, se conseguían fácilmente estos loros para criarlos en cautividad. La especie se reproducía bien en pajareras y no se puede por menos de deplorar que los parques zoológicos y los numerosos aficionados no pusieran más ahínco en conservarla.

 

Orden: Psittaciformes

Familia: Psittacidae

 

Conuropsis carolinensis  (Linneaus, 1758)

 

 

 

 

El fin del periquito solidario

 

El 21 de febrero de 1918 murió en su jaula del Zoo de Cincinnati ‘Incas’, el último periquito de las Carolinas, Conuropsis carolinensis. La última hembra, ‘Lady Jane’, había muerto un año antes. El periquito de las Carolinas era el único miembro de la familia de los loros y cacatúas originario de Norteamérica, y era un pájaro abundante y hermoso con su cabeza amarilla y rojiza.

Abundante, claro está, antes de la llegada de los colonos europeos. Se alimentaba fundamentalmente de ‘arrancamoños’, una planta que parasita los campos de cultivo, por lo cual los agricultores consideraban plaga al pájaro y lo mataban, aunque en realidad les favorecía. Extremadamente gregario, el periquito de las Carolinas compartía además una característica con otros periquitos y cacatúas que lo hizo especialmente vulnerable a la depredación humana: era un pájaro solidario.

Cuando un miembro de una bandada era herido o muerto por cazadores, el resto de sus componentes invariablemente acudían a su lado con la aparente intención de socorrer o acompañar a los congéneres caídos.

Lo cual facilitaba sobremanera a los cazadores su tarea de matar más ejemplares… que atraían de nuevo a la bandada, y vuelta a empezar. El espectáculo era tan conmovedor que llegaba a descolocar incluso a curtidos cazadores profesionales. La masacre durante los siglos XVIII y XIX llegó a tales proporciones que en 1904 se vio en Florida el último ejemplar salvaje.

 

 

A pesar de que era un animal fácil de capturar y criar en cautividad no hubo un esfuerzo de recuperación digno de tal nombre; posiblemente las últimas y aisladas poblaciones cayeron víctimas de plagas transmitidas por aves domésticas.

Como la Paloma migratoria (Ectopistes migratorius), el Gallo de las praderas (Tympanuchus cupido cupido) y no pocas tribus indias, la combinación de la presión del hombre blanco y las enfermedades importadas al Nuevo Mundo acabó con el periquito de las Carolinas.